Cuenta la historia que Napoleón amaba la música clásica y reconocía su poderoso efecto en el pensamiento, la creatividad y la concentración.
Tal era su preocupación por preservarla que durante el combate del sitio de Viena en 1809, envió un guardia para proteger la casa de Joseph Haydn, quién languidecía por efecto de su ancianidad. Fue también Beethoven, quién bajo la inspiración de las epopeyas Napoléonicas creó la Tercera Sinfonía "Heroica" y la Sinfonía Wellington o Sinfonía de la batalla de Vittoria.
Lo cierto es que la música trasciende el tiempo, la historia y la distancia; fluye a nuestros oídos provocando una sensación tranquilizadora que potencia la eficiencia y la concentración; tiene un efecto positivo sobre los centros cerebrales del análisis, la concentración y la capacidad de organización de las ideas.
Escucha música clásica mientras trabajas. Pronto reconocerás sus efectos positivos.
He aquí un gran músico Noruego, Edvard Grieg, llamado el músico pintor porque retrataba con su música los más bellos paisajes de su país.